miércoles, 16 de mayo de 2012


PRIMERA POSTURA
He llegado a conocer ciertos puntos y definiciones de individualismo, todos ellos contenidos dentro de un ámbito cultural y exterior así como también dentro de algunas vivencias personales que me han traído en este momento a presentar una postura personal frente al tema. No deberían las personas que se dicen ser diferentes o incluso sobresalientes empeñarse en salir del montón, ya que a mi pensar, esto solo proyecta la inseguridad que sienten al ser rechazados y humillados por ese montón. Podría pensarse (erróneamente en mi opinión) que la autenticidad se refleja en las diversas actuaciones que llamarían la atención a una contracultura encontrada simultáneamente con una primera oleada de opiniones y criticas contrapuestas, por supuesto es de contar la exposición fáctica de lucha objetivísima y direccionada a una empresa superior al bien individual y la misma individualización del sujeto activo como ente único desligado de todas las relaciones interpersonales que conllevan consigo un elemento experimental jurídico y filosófico; en razón de lo anteriormente mencionado podríamos hacer uso de la premisa del derecho que reza “el bien común está por encima del bienestar particular”, ¿pero es entonces cierto el contenido de esta premisa o es una simple excusa para alejarnos de un emprendimiento personal basado en un sentido existencial de carácter más amplio que el contemplado de modo externo? Siendo de este modo, entonces ¿Es Realmente necesario que luchemos por distinguirnos del resto de los individuos, o simplemente necesitamos ser aceptados por otra sociedad que no nos rechace como lo hizo la primera? Dudo sinceramente que exista una posibilidad de distinción si luchamos por ella, puesto que el simple hecho de revelarnos y pelear por nuestra posición nos implica una notoria influencia de la contrapuesta posición de la cual queremos desligarnos. Por tanto determino en criterio propio que es una vana disputa el tratar de distinguirse del resto, puesto que el hacerlo solo contribuye al poderío y la trascendencia del llamado resto.
A lo anterior me refiero, a que somos simples abejas que volamos de un punto a otro sin optar por tomar un posición determinante y radical en la cual  podamos situar nuestro pensamiento como único e indudable y así direccionarnos de modo intencional hacía el desarrollo enérgico y vigoroso de esa actitud , pero no es posible que eso ocurra puesto que dudamos de la certeza de esa posición y al mismo tiempo tememos que aquella sea víctima de una posible, futura  contradicción que desvirtúe todo en lo que nos habíamos empeñado. Tomando en plena demostración este punto, nos damos cuenta de lo vacíos que pueden resultar cada uno de nuestros objetivos, puesto que nos manifestamos siempre en porvenir de los mismos y nos negamos a desligarnos de ellos considerándolos de esa forma como únicos fines existenciales.  Este pensamiento egoísta podría ser puesto en práctica por todos los llamados individuos, puesto que eso es lo que los hace individuos, el egoísmo, el esfuerzo hacía empresas individuales y fines solitarios con los cuales pretendemos desligarnos del resto de la sociedad y de ese mismo modo trascender en ella, y es por esa razón que se presenta la necesidad de salir del montón. Pero lo que no notamos es que para lograr la trascendencia es necesario exteriorizar nuestras posturas en dirección a esa masa que denominamos “montón”, puesto que no podemos ser llamados como uno o dos sino que somos un todo y solo logramos propagarnos en ese todo.

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