PRIMERA POSTURA
He llegado a conocer ciertos
puntos y definiciones de individualismo, todos ellos contenidos dentro de un
ámbito cultural y exterior así como también dentro de algunas vivencias
personales que me han traído en este momento a presentar una postura personal frente
al tema. No deberían las personas que se dicen ser diferentes o incluso
sobresalientes empeñarse en salir del montón, ya que a mi pensar, esto solo
proyecta la inseguridad que sienten al ser rechazados y humillados por ese
montón. Podría pensarse (erróneamente en mi opinión) que la autenticidad se
refleja en las diversas actuaciones que llamarían la atención a una
contracultura encontrada simultáneamente con una primera oleada de opiniones y
criticas contrapuestas, por supuesto es de contar la exposición fáctica de
lucha objetivísima y direccionada a una empresa superior al bien individual y
la misma individualización del sujeto activo como ente único desligado de todas
las relaciones interpersonales que conllevan consigo un elemento experimental
jurídico y filosófico; en razón de lo anteriormente mencionado podríamos hacer
uso de la premisa del derecho que reza “el bien común está por encima del
bienestar particular”, ¿pero es entonces cierto el contenido de esta premisa o
es una simple excusa para alejarnos de un emprendimiento personal basado en un
sentido existencial de carácter más amplio que el contemplado de modo externo? Siendo
de este modo, entonces ¿Es Realmente necesario que luchemos por distinguirnos
del resto de los individuos, o simplemente necesitamos ser aceptados por otra
sociedad que no nos rechace como lo hizo la primera? Dudo sinceramente que
exista una posibilidad de distinción si luchamos por ella, puesto que el simple
hecho de revelarnos y pelear por nuestra posición nos implica una notoria
influencia de la contrapuesta posición de la cual queremos desligarnos. Por
tanto determino en criterio propio que es una vana disputa el tratar de
distinguirse del resto, puesto que el hacerlo solo contribuye al poderío y la
trascendencia del llamado resto.
A lo anterior me refiero, a que
somos simples abejas que volamos de un punto a otro sin optar por tomar un
posición determinante y radical en la cual
podamos situar nuestro pensamiento como único e indudable y así
direccionarnos de modo intencional hacía el desarrollo enérgico y vigoroso de
esa actitud , pero no es posible que eso ocurra puesto que dudamos de la
certeza de esa posición y al mismo tiempo tememos que aquella sea víctima de
una posible, futura contradicción que
desvirtúe todo en lo que nos habíamos empeñado. Tomando en plena demostración
este punto, nos damos cuenta de lo vacíos que pueden resultar cada uno de
nuestros objetivos, puesto que nos manifestamos siempre en porvenir de los
mismos y nos negamos a desligarnos de ellos considerándolos de esa forma como
únicos fines existenciales. Este
pensamiento egoísta podría ser puesto en práctica por todos los llamados
individuos, puesto que eso es lo que los hace individuos, el egoísmo, el
esfuerzo hacía empresas individuales y fines solitarios con los cuales
pretendemos desligarnos del resto de la sociedad y de ese mismo modo trascender
en ella, y es por esa razón que se presenta la necesidad de salir del montón.
Pero lo que no notamos es que para lograr la trascendencia es necesario
exteriorizar nuestras posturas en dirección a esa masa que denominamos
“montón”, puesto que no podemos ser llamados como uno o dos sino que somos un
todo y solo logramos propagarnos en ese todo.